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La historia detrás del Sabor.
De padre a hijo
Historias que se cultivan.
Luis Caro
El origen de un viaje llamado...
The Fruits Of The World.
Todo empezó con una furgoneta y las ganas de comerse el Mundo. Luis Caro padre no buscaba hacer historia, solo buscaba frutas frescas, buenas, reales. Había algo en él que no toleraba la uniformidad insípida de los supermercados: las manzanas sin aroma, los plátanos sin dulzura, las naranjas sin alma. Por eso, en los años 80, recorría pueblos, ferias y puertos en busca de frutas que contaran algo más que su sabor.
Era dependiente, sí, pero también curioso. Don Luis —como le decían en confianza— entendía que detrás de cada fruta había una historia: una familia que la cultivaba, una tierra que la hacía única, una cultura que la celebraba. Años antes de que lo exótico fuera tendencia, ya él traía mangos de Oaxaca, maracuyás de Colombia o papayas de Canarias, y explicaba a cada cliente cómo comerlas, con qué combinarlas, cuándo saborearlas.
En 2010 abrió su primera tienda en Madrid, más por pasión que por estrategia. Se llamaba diferente entonces, pero ya tenía el alma de lo que sería: una boutique de frutas del mundo, seleccionadas a mano y con respeto. Su lema era claro: “Si no emociona, no entra.”
Luis Caro padre enseñó a valorar el producto, a cuidar al proveedor, a conversar con el cliente y, sobre todo, a respetar la fruta como si fuera arte comestible. Con los años, su hijo fue entrando al negocio. Primero cargando cajas, luego con nuevas ideas. Y cuando Don Luis se jubiló, lo hizo tranquilo, sabiendo que el legado no solo era una tienda, sino una forma de entender el mundo.
Jose Luis Caro
La segunda generación que hizo florecer el legado.
José Luis Caro: la segunda generación que hizo florecer el legado
Cuando José Luis Caro era niño, no jugaba entre juguetes, sino entre cajas de fruta recién llegada. Mientras otros aprendían a leer con cuentos, él lo hacía con etiquetas de procedencia: “Colombia”, “Guatemala”, “Madagascar”. Creció oliendo mangos maduros y escuchando las historias de su padre, Luis Caro, sobre cada fruta, cada proveedor, cada cliente fiel.
No heredó una tienda, heredó una visión: la de tratar a cada fruta como si fuera una joya, algo que debía emocionar antes de venderse. Pero José Luis también trajo algo más: una nueva mirada, más global, más digital, más experiencial. Entendió que el mundo no solo debía probar estas frutas, debía sentirlas.
Con él, The Fruits of the World se transformó en una marca boutique, con showroom sensorial, experiencias gourmet, y una estrategia donde el storytelling es tan importante como el producto. Apostó por la sostenibilidad, por las alianzas directas con productores, por enseñar a las nuevas generaciones a valorar lo que la tierra da con esfuerzo.
José Luis no repitió el camino de su padre. Lo honró abriéndolo más lejos, más alto. Porque entendió que el verdadero legado no es copiar, sino evolucionar con raíces firmes.
Hoy, The Fruits of the World es un puente entre tradición y modernidad, entre el origen y el paladar del futuro. Y ese puente lleva un apellido con historia: Caro.